El Cannabis y los Adolescentes
El consumo de Marihuana ha aumentado considerablemente entre los jóvenes y adolescentes de nuestro país durante las últimas décadas, así lo pone de manifiesto las encuestas publicadas por el Plan Nacional sobre Drogas que no por resultar sesgadas dejan de señalar las tendencias que se producen (en este sentido nos atrevemos a apuntar, aún no siendo el objeto de este artículo, la sospechosa cifra de estabilización del consumo que refleja la última encuesta publicada en contra de la opinión generalizada de los técnicos que trabajan en el ámbito de la prevención y el tratamiento, y que no deja de sobrevolar la aspiración mercantilista de la regulación del sector del Cannabis).
Flaco favor les hacemos a nuestros jóvenes y adolescentes demonizando los porros, la maría, los petas, la hierva y el conjunto de las drogas en general (en las que en muchos casos, y de forma incomprensible disculpamos el alcohol y el tabaco). Reconozcamos abiertamente que, desde la perspectiva de padres y educadores, provocan un miedo pavoroso los potenciales riesgos que el consumo de estas sustancias pueden ocasionar, y de hecho así se produce en un número creciente de casos. Por que sí, sí existen riesgos y efectos importantes, constatados en la realidad clínica diaria, como los brotes psicóticos (incluso en un primer consumo de cannabis) cuyo número de casos diagnosticados no deja de aumentar; como el deterioro en las conexiones neuronales de unos cerebros todavía en formación, que afectan gravemente al sistema de la memoria de trabajo y, en consecuencia, a la capacidad de aprendizaje (“ el estoy super empanao” que manifiestan en consulta los propios chavales); como el denominado síndrome amotivacional, (el “sudo de todo”), debido al impacto de la sustancia sobre los receptores y neurotransmisores que provoca que paulatinamente vayan perdiendo el interés por todo cuanto hasta entonces les entusiasmaba, etc..
No podemos ignorar los riesgos del consumo, ni tampoco escondernos en la falsa seguridad de que todos lo hacen, de que no pasa nada, de que es normal a su edad... e incluso, el nosotros también lo hacíamos. Pero tampoco debemos obviar que efectivamente fumar marihuana cubre toda toda una serie de ritos de iniciación (como el alcohol o el tabaco), cumple un función integradora en determinados casos, y en no pocas ocasiones representa para el joven o adolescente una herramienta que le habrá permitido afrontar situaciones para las que carecía de las habilidades sociales adecuadas (teoría de la auto medicación).
Desde el paradigma Médico Oriental, y en esto su filosofía milenaria coincide plenamente con las mas avanzadas teorías psicológicas occidentales (Psicología Sistémica, Construccionismo, Teorías Psicodinámicas), el abuso o uso problemático de cannabis, en la gran mayoría de casos , pero particularmente en la franja de edad comprendida entre los 14 y los 21 años, representa un síntoma, el mas visible y antisocial, que esconde, y en muchos casos hace mas soportable, un desequilibrio orgánico y emocional mayor. Desde nuestra experiencia clínica, la regulación del autentico desequilibrio de fondo resolverá por si mismo el problema del consumo, en un número no desdeñable de intervenciones. De entre los cientos de casos examinados en consulta podemos extraer que muchos problemas conductuales y derivados del consumo de sustancias, en estas edades en particular, provienen de la imposibilidad de la Persona de canalizar determinadas experiencias o emociones, recientes o ya enquistadas, que van desde dificultades en la relación con su entorno familiar o social, hasta trastornos mas complejos de personalidad y/o de alimentación.
Como abordaje al Tratamiento, a través de la Acupuntura, deberemos valorar los sistemas orgánicos que participan en el desequilibrio principal. Frecuentemente implicada suele hallarse, según nuestra experiencia y otros estudios clínicos, la Energía del hígado (lo cual no significa necesariamente que la función y el órgano hepático se hallen afectados todavía); a nivel psíquico y emocional la persona presenta frustración, ira, irascibilidad, agresividad; a nivel físico podrá presentar dolores neuro-musculares, cefaleas, pulso acelerado y tenso, etc.. Comunes también resultan los patrones de deficiencia en la Energía del Bazo, lo cual presenta dificultad en la digestión y asimilación de todo tipo de nutrientes, tanto físicos como emocionales; entre otros, procediendo la valoración exhaustiva de cada caso y su evolución.
El Tratamiento de Acupuntura consistirá en un número de sesiones semanales, variable en atención a las circunstancias y características de cada caso, en las que se regulará el Qi (energía vital) de la Persona, armonizando los desequilibrios que dificultan el adecuado desarrollo de sus potencialidades. El tratamiento y la información transmitida al sistema nervioso y energético se refuerza mediante la colocación de semillas en el pabellón auricular que la propia Persona se estimulará presionándolas durante los días siguientes y en los momentos de mayor ansiedad, dolor o malestar.
